Según la Unesco, en su Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (2016), además de contar con buenos docentes, la manera óptima de mejorar la enseñanza y el aprendizaje es disponer de libros de texto bien elaborados. Contar con ellos favorece el aprendizaje participativo, pues reduce, en buena parte, el tiempo del horario escolar que cada alumno debe dedicar a copiar contenidos de la pizarra.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, conformada por los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pretende lograr un cambio positivo en beneficio de la humanidad. Esta agenda constituye un llamado universal a la adopción de medidas, muchas en materia de educación, para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad.
El Cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 4) —referente a la educación— y el Marco de Acción 2030 —complemento de la Agenda 2030— destacan el acceso a los materiales didácticos como uno de los enfoques estratégicos fundamentales para facilitar entornos de aprendizaje inclusivos y eficaces. En estos documentos, aprobados por la ONU en 2015, se reconoce que los docentes necesitan los libros de texto como ayuda para orientar sus clases, del mismo modo que los alumnos los requieren como apoyo durante su experiencia de aprendizaje. Asimismo, las personas encargadas de la formulación de políticas nacionales precisan de estos materiales para transformar los objetivos educativos generales en actividades concretas en el aula.
En los países en desarrollo, los libros de texto han demostrado ser insumos que ofrecen muy buenos resultados en cuanto a los logros académicos. Un análisis transnacional —basado en datos de evaluaciones regionales llevadas a cabo en 22 países— reveló que los recursos pedagógicos, en especial los libros de texto son eficaces para mejorar el aprendizaje.